¿Qué está pasando,
en las vidas de los pueblos
que lo anormal y vulgar
se convierte en normal y rutinario
sin importar a muchos ciudadanos
como los ánimos se están alterando
cuando se viene y va del bien para el mal?
Vivimos libres encerrados
con metales hasta en la boca
para proteger la caja de los dientes
hierros en las puertas, ventanas y linteles.
No es por nada … malo.
Sino, para cuidarnos
de las extraviadas pirañas
que en vez de sumergirse en el agua
vienen a las casas y te atacan
lo mismo en las calles o en el auto
a cualquier hora del día
sin piedad ni compasión
y en un pestañeo, te cruzan para las nubes.
¿Qué está pasando,
vuelvo yo a preguntar
entre los vecinos del barrio
donde a cualquiera se insulta
con miles de malas palabras?
Se me ha olvidado el pensar
cuando estoy en mi habitación
en el patio, la sala o la cocina
porque el vecino del lado
día por día sin fallar
cuando no es uno es el otro
me llevan a sus celebraciones.
Allí, aparentemente se juntan
la pólvora, la hipocresía y el amor
cantando en lenguas que no entiendo
con tonos incoherentes y destemplados
envueltos en hookah, alcohol y otras cosas
y el alto volumen que fragmenta los sentidos
como se fragmentan las granadas en las batallas.
