¡Cálla, alma mía!

Por: Eudys Moreta.

Ahora, casi ahora
me miré al espejo
cosa que pocas veces hago.
Vi en mi cabeza florecer
algunas espigas blancas
recostándose libre a los años.
Por mi mano va pasando
parte de mi pensamiento
aquí tienes algunas huellas
que sin álgebra ni cálculos
va desnudando mi cuerpo
sobre puntos, rayas y columnas
y sembrando en mi alma
el amor a las cosas más sencillas.
Un ruego se aproxima al corazón
y un aire con amor me va inundando
anunciando con frenética humildad
que según me aleje del nacer
más me transformo en otro ser.
¡Cálla, alma mía!
Sabes que solo temo a Jehová.
Deja que los días pasen, los meses, los años
antes y después de ti vendrán otros
que nunca han de morir.
Sabes, alma mía, que no me vienen los lamentos
en esta clara tarde de silencio.
El que espera el florecer
sabe que sus espigas maduran
prepara su lámpara para el camino
procura en la vigilia ver a Dios
y saber sí está inscrito en su libro.

*Derechos reservados.

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