¨Se ahoga, chofer, se ahoga¨.

Por: Eudys Moreta.

¡Oh, bendita flor de la vida!
¿Por qué te está marchitando
en esta distancia tan corta
el tiempo se hace tan largo
para ir de éste al otro lado
en el odioso tránsito de la mañana?

Yo he visto caras amargadas
cuando tomo la miserable vía
el estrés reflejado en los rostros
sudores en la espalda y camisa
los pensamientos cerca de la nada
una actitud esquiva y desolada
de tanto sufrir el rigor de la agonía
de todos cuantos conducen por estas avenidas.

Se ahoga, chofer, se ahoga.
Se nos ahoga el territorio.
Como se ahoga la herida desatada
cuando en el tránsito se forma un nudo.
La sociedad entera recibe una cornada
muriendo lentamente desangrada
y deslizándose sus voces por un corredor confuso.

¡No la deje morir, Villa Mella!
Por falta de otros accesos.
Ella está en la flor de la juventud
regando, sembrando y cosechando.
Tú nos quieres y te queremos
a tus auroras cada día nos adherimos
cómo se adhieren las uñas a los dedos.

¡Ay, ay … Villa Mella!
Chofer alegre, amargo y dulce.
Escucha. No le deje naufragar.
Son vehículos nadando en lo seco
llevando en su interior la especie humana.
Mírale, aún tiene alientos
y muchas vidas por delante.

Mírale, mi tierra amada.
Son tus hijos que como flores brotan
levantándose de la inmovilidad
de entre este infierno de tapón.
Por más enmudecidos
con los ojos sudorosos
y el pensamiento serenado
perdidos en este oscuro abandono
son de los que piensan todavía
que no hay sombra de la madrugada
que no reciba la luz del día
por la buena o por la mala.

¡Ay … no. No, no y no!
No la deje morir tierra amada
por falta de otros accesos a la ciudad.
Te digo, sinceramente.
Aún tengo esperanzas todavía
de no perecer en este cruce.
Pero, si me voy, amada tierra
te digo adiós hasta la muerte
y me quedo con este aliento que te dejo.

*Derechos reservados.

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