Empezó frente al pizarrón con las tizas en las manos la niña que ayer fue viento tormenta, fuego y espuma se nos convirtió en ovejas de inmensos pensamientos, con razón y de lenguaje.
¿Quién como ella hacía tan rápida empatía uniendo al hombre con los hombres frente al desamparo y la unidad perdida los puso a mirarse en dos espejos proveyendo en cada uno gotas de la luz que destierran ignorancias, rejas y púas?
Te imagino en aquellos tiempos en el ardiente amanecer de tu juventud en tu mundo, en nuestro mundo con tu vivo corazón, con tu voz viva, armando fiestas semejante a los truenos antes de la tormenta presentando tu claro sonreír de alba pura.
Por tu boca se expresaba el corazón como corriente de agua en primavera tersa, sana, transparente y alegre receptora como el amor de la flor y con la pasión que rebasa al fuego de tu agrario afán de labradora para cultivar en las lecturas a los hombre.
De hora en hora mantuviste el mismo ritmo en aquel perpetuo presente que es el tiempo hasta convertiste en la piedra de calvario sembrando en cada línea los signos del alfabeto como aquellas niñas que sueñan y danzan sin tomar en cuenta el sacrificio de la vida.
Hoy te busco y te buscamos y te sentimos en nuestras venas más filosa que el corte de las navajas con esos ojos que nos miran y no miran transmutando de piedra a polvo nos deja tu legado, tu memoria, tus recuerdos.